Damos voz a las calles

Sigan pasando la voz, Editorial Circo Literario le da voz a las calles; dejemos que las letras nos invadan de emociones, emociones que erizan la piel...

martes, 18 de octubre de 2011

Vieja ciudad de hierro


Héctor Lavín


Pásenle al circo, donde la palabra como malabar pasa de mano en mano y de voz en voz.

La naturaleza del circo es ser ambulante, no es que no tenga arraigo, pero no debe permanecer estático, debe viajar, los carromatos y los colores deben estar en otro baldío en otra plaza, por ello lo que se empieza en un sitio va a darle la vuelta al mundo y regresa. Por ello dicen mis amigos del Circo Literario que se mudan del café que les vio nacer y se van a poner su carpa en otros cielos.

La calle de Regina, cuya magia nunca le ha abandonado, -incluso cuando albergaba las casitas de cartón de indigentes antes de la remodelación o los ladrones de arte sacro que robaron una pintura del Siglo XVII del templo de Regina Coeli- fue testigo del evento en que se lazó la editorial Circo Literario y lo que allí comenzó ahora continúa por Ciudad Universitaria donde presentarán su primera edición, una antología poética. Los jóvenes siempre tienen su magia.

A mis años, el tener el cabello largo y mi bigotazo a la trailero setentero puede ser un obstáculo o un pequeño lujo. En mi caso es un gran lujo, así que me unté mi mejor pachuli para irme al Café Raíz con todo y mi bigote y mis sueños para conocer a los integrantes del Circo, me sentí bien entre ellos, sin broncas y con la propuesta firme de dar voz a las calles, de hacer y promover la literatura entre todos aquellos que se dejen.

Un circo es alegre, pero tiene su lado oculto de tragedia. Detrás de una risa puede agazaparse una mueca. Un circo puede ser visto como el ejemplo más atroz de la división de clases sociales, del capitalismo salvaje, donde la familia real engreída de su abolengo o su posición escalada en el estatus, no se mezcla ni se casa con los enanos ni con los payasos de relleno que en sus ratos libres soldan y reparan la carpa o limpian los corrales y jaulas. Pero en el Circo Literario solo se rescata la magia, porque de eso no hay duda, en el circo hay magia y si hay magia entonces también se puede lograr eliminar esos vicios circenses y convertirse en una comuna envuelta en una gran carpa donde todos veneran a la palabra sin importar edad ni condición de ningún tipo.

Es entonces cuando el circo de pulgas se convierte en circo de elefantes gigantes que salen de la arena para adentrarse en la ciudad entre edificios donde como en el Fantasma de la ópera “resuena el barritar de elefantes”,  porque se sabe que el circo es magia y dolor, porque en el circo detrás de una sonrisa puede haber un latigazo y entre trapecio y trapecio el amor y desamor vuela por los aires sin red.

Pero en este circo la literatura es la atracción principal, no hay animales maltratados y por tanto la magia es magia y la poesía vuela por los aires.

La Generación del 19

Los integrantes de la Editorial Circo Literario tienen un común denominador: Todos tienen 19 años. Comparten la misma mirada de querer saberlo todo, la mirada de los jóvenes, que es la misma en hombres y mujeres es la de querer participar en su tiempo y en este tiempo de descabezados, de violencia, estos muchachos hacen de la palabra un  tapete mágico que vuela por encima de la ciudad pero que también se mete por ventanas y puertas para hacerse terrenal y tocable.

Pero no discriminan. A mí que he vivido más que ellos, que tengo algunas cicatrices, que estoy un poco cojo y un poco ciego no me hacen el feo, así que aceptan amigos de todas las edades y por eso me siento chido de entrar a su carpa. La entrada es gratuita a sus eventos. Como luego me pasa ando de prángana y ya se me acabó el varo, en los eventos del circo me puedo escabullir sin pedir nada o solo pedir una chela y tomármela con popote para que me dure todo el evento y ni quien me la haga de tos. Es más, ni quien me mire, en mi rincón soy como el hombre invisible. Eso me recuerda aquella cantina clandestina perdida en los entonces terrenos baldíos de Coapa “La Casa de la Abuela”, en la década de los ochenta, donde por unos pesitos la abuela te podía dar una chela y una dosis intravenosa de The Cure y Rigo Tovar o un licuadito de U2 con Chico Ché.

Marihuanadas

Entré en el circo. Estaba vacío, las gradas solas y la pista silenciosa. Entrar a un circo vacío no da la misma impresión que entrar a un teatro o un cine de sillerías solas e imponente silencio. En el circo no hay  fantasmas ni nada de eso. Decía que entré, me envolvió el olor a pastura y a estiércol de los animales, olor a paja y aserrín y un silencio total. Caminé y al llegar al centro de la pista grité ¿hay alguieeeen? De un trapecio se dejó caer una chica con mallones, se me quedó mirando y como si me conociera de toda la vida me ordenó:  Has vivido, resume…
Me quedé viendo el circo en penumbras, me alisé mi bigote –Un viejo tic de la juventud- y  tomando un micrófono dije muy solemnemente: “el amor si existe, pero no es eterno, el amor si existe pero la fidelidad no existe, pero de que existe el amor, si existe”. Justo terminando de decir esta mi frase célebre que recordó a Cantinflas, las luces del circo se prendieron y me alumbraron solo a mí, entre el tronido de aplausos alcancé a distinguir al público conformado por elefantes jubilosos y enloquecidos pero perfectamente sentados en la tribuna y los palcos. Me descubrí vestido de mago y no tuve otra opción que quitarme el sombrero y hacer una caravana.


El regalo quincenal

Les dejo con el video de esta rolita del Profeta del Nopal y que da título a  esta colaboración quincenal. 


http://www.youtube.com/watch?v=KvvZqEJcc-E&feature=related

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