Damos voz a las calles

Sigan pasando la voz, Editorial Circo Literario le da voz a las calles; dejemos que las letras nos invadan de emociones, emociones que erizan la piel...

sábado, 26 de noviembre de 2011

Vieja Ciudad de Hierro


 El niño, la puerta y los impresos  

Por Héctor Lavin

No lo niego, soy un lector fetichista. Pese a tener al alcance mi pequeña lap top y no tener prejuicios de leer textos “en línea”, mis manos siguen buscando el tacto del papel, soy de los que se acercan al libro o el periódico, el rostro cerquita para oler la tinta, sentir la textura -ufff ya hasta me excité-. Sucede que cuando mis amigos del Circo Literario me comentaron que harían libros, formar una editorial independiente, tuve un secreto placer al convencerme de que mientras haya seres con esa convicción no se terminarán los libros impresos, porque una empresa editorial de varo “y de prestigio” si ya no es negocio se cierra y a invertir en otra cosa, pero una editorial independiente es sinónimo de rebeldía, de aguante, de estilo de vida, de resistencia, de gusto, de placer, de emoción, de editores a boca de máquina esperando las primeras impresiones, de júbilo cuando están bien impresas, de entripados cuando hay una errata. Pura pasión pues.

No soy el clásico hombre que camina con su camisa de cuadros y en la mano su bolsa de Gandhi, pero no los critico, si tuviera varo así lo haría gustoso, más bien yo compro mis libros de viejo o en las ofertas de los independientes y los meto en mi bolsita reciclable del OXXO junto a mis galletas y cacahuates y me meto al Metro a leer y matar el hambre. Reflexionando en esto de mi amor por lo impreso tuve una regresión a mis primeras lecturas –les cuento rápido porque estoy en mi horario de trabajo-.

Mi abuelo José era de esas personas del siglo pasado que se llamaban “cultas o librepensadores” medio hablaba tres idiomas y leía lo mismo Mi lucha de Hitler que el Manifiesto Comunista, lo mismo de religión que de anticristos, lo mismo a Verne que a Salgari, era medio liberal y medio mocho, medio campesino y medio cool, medio malinchista y medio mexicanista, en fin, una dualidad donde lo único cierto es que era mi abuelo, lo que se comprueba por la orejotas que me heredó.

Su herencia en vida para mi padre –la única que le daría por cierto además también de las orejotas-, fue una modesta pero a la vez rica biblioteca que ocupaba de pared a pared y de piso a techo. Era esa una puerta secreta que descubrió el niño que fui y que abría cuando me deprimía. Ahí aprendí a oler los libros viejos, a sentarme en un rincón leyendo o quedarme parado por horas descubriendo párrafos. De un libro me gustaba aspirarlo, disfrutarlo, entenderlo, a veces rompiendo toda regla de buenas costumbres leía el final y luego con la cruda moral leyendo todo desde el principio. Crecí leyendo al Marqués de Sade, Víctor Hugo, Hesse, poesía náhuatl, historia, pero también enciclopedias, tomos completos de fotos de la II Guerra Mundial…creo que ese librero me robó la inocencia.

Pero no crean que me describo como un lector exquisito, la lectura de esos libros las combinaba con lecturas de la Familia Burrón, del Simón Simonazo Chiss, del Calimán, del Hombre Araña, Fantomas y hasta con las historietas del Goyo Cárdenas.

Luego llegaron las lecturas de Ibargüengoitia, Taibo II, Márquez, épicas de las guerrillas y todo eso, alguna edición lujosa, otras de las que llaman rústicas y otras, las muchas, de bolsillo, pero nunca olvidé aquella pared, aquellos libros, aquella puerta a tantos secretos.

Luego me fui de la casa de mis padres a la que siempre me han ligado las nostalgias, nostalgias que luego de enredarse por los jardines y pasillos siempre llegan a sentarse justamente en esa pared, en ese librero, en aquellos años, los años 70`s y 80`s. Luego, supe,  esa biblioteca perdió su don de adorno de la sala y fue confinada en una habitación olvidada y empolvada por muchos años, décadas.

A la muerte de mi padre se remodeló la casa, un día de visita, nos volvimos a encontrar, entre cajas, muebles, objetos, fotografías y papeles que se reunieron en una habitación para las cosas que no se quieren tirar pero que nadie quiere tener, ahí estaban, intactos los libros, mis libros, soy de los que opinan que los libros son de quien los lee sin importar el nombre del propietario oficial. Entré de nuevo a ese mundo, mis ojos se reencontraron con mis primeras lecturas, las pastas, las páginas, las ilustraciones, las tipografías, al soplar la fina tierrita que oculta las portadas se descubrían los títulos, se hacían reales al tacto, estaban muy polvosos pero eran los mismos, ahí estaban como esperándome para despedirnos y me despedí.

La divina Comedia, Cromwell, Nuestra Señora de París, el Diario del Ché en Bolivia, Viaje al centro de la tierra, El quijote,… no pude evitar una sonrisa al verlos, al reencontrarnos, los toqué, los abrí, cambié páginas, dentro encontré papelitos con mis anotaciones en letra infantil y juvenil. Por unos minutos, como si fuera un hoyo negro en el tiempo, la puerta nuevamente se abrió…y dejé que el niño que fui caminara dentro de esos libros.  Mi bigote a la Chico Ché se erizó y mi piel también.

Escogí algunos de mis favoritos ante la mirada escrutadora de mis familiares, por lo que solo pude llevarme unos 30 libros para evitar que al hacer mucho bulto me hicieran regresarlos. Ahora los atesoro, los guardo, acaricio con la mirada, con las manos, los tengo junto a mí en una mesa cercana al sillón que me sirve de cama, solo me basta estirar la mano para escoger un recuerdo, una complicidad, un sueño, una magia y reencontrarme con aquellas letras, pero sobre todo, con aquel niño de ojos llorosos que fui.

Marihuanadas

La cabeza del gato se marchitó
y por momentos parecía casi desprenderse
del hermoso cuerpo que aún le sostenía
una niña le preguntó
el porqué de tan extraña condición.
Es por la curiosidad, le
respondió el felino.


P.D.

Les dejo el regalo quincenal con este video de la época psicodélica y los acitrones –si viven en México ya no los necesitan-, amárrense sus cinturones y acompáñenme a viajar con la Flower Travellin' Band cuyo cantante Joe Yamanaka murió hace poco.


http://www.youtube.com/watch?v=EDBdMnkcx0E

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